El Despertar de Villasilencio. Una alegoría democrática
Había una vez un pueblo diminuto, encajado entre unos pinares espléndidos y una playa de aguas limpias y rumor constante. Frente a su orilla, como un secreto de la marea, emergía una lengua de arena que apuntaba hacia el horizonte: pura playa virgen, sin chiringuitos ni sombrillas, apenas custodiada por gaviotas y la brisa. A aquel rincón apartado, rodeado de mar y supersticiones, lo llamaban Villasilencio. Sus gentes eran nobles, sí, pero también profundamente paletas. No por maldad, sino por …